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Las incertidumbres del Tour de Francia por Durbridge 30 de Marzo de 2021 a las 22:56

Foto: Las incertidumbres del Tour de Francia. https://pixabay.com/

La mezcla de certeza e incertidumbre es lo que hace el ciclismo y en concreto el Tour de Francia un evento tan atractivo para el espectador. Todo seguidor habitual del Tour de Francia sabe, desde el sofá de casa, que en las etapas llanas es inevitable una llegada al sprint y uno puede aprovechar para echar una larga y merecida siesta. También puede intuir que las expectativas de los días de montaña acaban la mayoría de las veces en desilusión y fiasco. Incluso podemos asegurar que el último día de competición será el menos interesante del evento (¿alguien puede imaginar que el último partido de un Mundial de fútbol fuera un partido amistoso en el que no hubiera nada en juego? Solo el ciclismo es capaz de eso).

Sin embargo, este nivel de certeza tiene un grado de incertidumbre difícilmente controlable. No es posible determinar en qué momento se va a producir algún incidente en la carrera que lo puede cambiar todo (un ataque imprevisto, una desafortunada caída, un inoportuno pinchazo o los temibles y cada vez menos habituales abanicos). Pero el nivel de incertidumbre no solamente se circunscribe a este tipo de avatares de la competición, sino que son numerosas las vicisitudes que pueden aparecer en cualquier momento. Sin ánimo de ser exhaustivo puedo recordar algunas de ellas: la expulsión de un equipo al encontrar sustancias dopantes en un control de fronteras, un autobús atascado en la línea de meta mientras el pelotón se acercaba a la misma peligrosamente, la caída del arco de señalización del último kilómetro sobre un corredor escapado, caballos cruzando la carretera en el momento menos oportuno, el corte de la carretera por manifestantes, la aparición de chinchetas en el recorrido, un espectador que quiere hacer una fotografía y es arrollado por el corredor (menos mal que Guisseppe Guerini consiguió ganar en Alpe d’Huez), un aficionado increpando al ciclista que baja de su bicicleta y la emprende a puñetazos, un coche que embiste a corredores y les hace caer contra una cerca de alambre de espino (33 puntos de sutura se llevó el pobre Hoogerland), un inoportuno frenazo de una moto que hace que el líder del Tour de Francia acabe corriendo a pie hacia la meta, corredores que no pueden evitar lo inevitable y deciden parar en la cuneta (quién no recuerda a Dumoulin) o no parar (qué me dicen de la sempiterna anécdota de Pedro Delgado y Greg Lemond). En la última edición del Tour de Francia también tuvimos los desprendimientos de tierra por tormentas no previstas que obligaron a parar una etapa y a recortar la siguiente.

Este nivel de incertidumbre es una de las circunstancias que hace especial este deporte por sus similitudes con la propia vida. En cualquier caso, de una cosa sí que estoy seguro. Tengo la certeza de que en este Tour de Francia la incertidumbre estará presente