Foto: Cámara de Televisión. https://www.freejpg.com.ar/
Quiero homenajear a quien, desde hace ya muchos años, conduce magistralmente junto a Perico Delgado la narración de las etapas del Tour de Francia: el gran Carlos de Andrés.
Se trata de un periodista que, a sus indudables méritos como cronista, añade un conocimiento casi enciclopédico de todo lo que rodea la ronda francesa. Sus excelsas transmisiones incluyen la crítica constante y siempre muy pertinente a la realización de la televisión francesa “¡por favor, la carrera ahora está en el grupo, acaban de demarrar Durbridge y Klimov…!”; el brillante y necesario apunte arquitectónico “este es el Chateau Molusque, construido entre 1650 a 1658, para la defensa de la baronía de Pellegrini…”; el ánimo a los corredores que lo merecen y en especial a ciertas escuadras “¡bravo, bravo Sulé, muy atento en general todo el Movistar!”; el asesoramiento desinteresado a los directores de equipo que, según su acertado juicio, yerran en sus estrategias “no se entiende que hagan parar a Lalelín, cuando podía optar a luchar por la etapa…” y, en general, toda clase de apuntes que, sin duda, contribuyen a amenizar y a llenar de enriquecedores matices las emisiones.
Sin ir más lejos, en la primera etapa de la presente edición, se dedicó, con toda la razón, a poner de vuelta y media a los corredores pues estos se negaron, incomprensiblemente, a partirse la crisma sobre el resbaladizo asfalto. Cuando algunos ya se habían arreado sus buenos leñazos, seguía insistiendo, con acertadísimo juicio, en la necesidad de ver correr la sangre, comparando el cobarde comportamiento de los ciclistas con el arrojo y valentía de otros abnegados trabajadores y, en especial, de los que han trabajado contra la pandemia “nos llega un mensaje de una enfermera, y otro de un bombero, que con toda razón dicen que en sus profesiones tienen que arriesgar…no se entiende esta actitud de los corredores, este es un deporte de riesgo…”
En un momento dado, determinado equipo decidió abandonar tan mezquina actitud “¡parece que Astana no está muy de acuerdo y se ponen a tirar, claro Perico, es que es muy lógico…!” Y le asistía toda la autoridad ética, a pesar de que de inmediato, el líder de ese equipo, en su digno empeño, no tardó en deslizarse sobre su bici, cruzada sobre la carretera, e impactar violentamente con la cabeza sobre una señal de tráfico. Estamos, sin duda, ante un referente del periodismo, y no solo deportivo, verdadero caviar informativo, más que un “entrecot” un “solomillo” de la comunicación. ¡Bravo de Andrés, Bravo! ¡Chapeau Carlos!